¡Buen domingo a todo el mundo! Ya nos queda poco veranito, vamos tachando días del calendario y septiembre se acerca irremediablemente.
La verdad es que para mi familia este verano está siendo un poco aburrido. No hemos ido mucho a la playa ni a la piscina, ni tampoco hemos ido de vacaciones a ningún sitio como el verano pasado. Los peques se quejan mucho, pero entre la operación del Jefe a primeros de agosto que ha hecho que el no pueda ir a la playa y las pocas ganas que tengo yo de ir sola por ahí con los niños a los pobres no les ha quedado otra que esperar a que alguna de sus hermanas mayores los lleven. Yo también estoy un poco rara, no tengo muchas ganas de salir y prefiero quedarme en casa haciendo todo lo que tengo pendiente y ver terminadas mis cositas. Como la pared de la escalera de casa. Realmente no sabía que hacer con ella, sólo que no me gustaba nada. Nunca me ha gustado la baranda que tiene de tubo de hierro pintado en negro, pero por cómo está ubicada la escalera es difícil cambiarla por otra cosa estéticamente más bonita y que no sea carísima. Así que ahí seguimos esperando a que se nos ocurra que poner en vez de la horrorosa baranda. Además no me gusta nada que tenga el maldito gotelé. ¿Por qué en nuestra querida España llevan tanto tiempo poniendo este horror en las paredes? Para los constructores será muy práctico porque disimula los defectos pero mira que es feo y da poco juego a la hora de decorar paredes. Y encima quitarlo es casi imposible. Se puede, nosotros lo hicimos en el garaje que convertimos en dormitorio, pero costó mucho mucho trabajo del Jefe: masilla, lijado, más masilla, más lija...al final la pared quedó impecable pero el techo aún tiene restos de la maldita gota. El Jefe quería seguir pero yo no lo dejé porque estábamos los dos desesperados, el por lo difícil de dejar liso un techo y yo harta de polvo y deseando montar la habitación. Ahí fue cuando me dí cuenta de que mis planes de alisar todas las paredes del piso de arriba no se realizarán nunca a no ser que me toque la lotería y pueda pagar para que lo haga otro. Así que se me ocurrió que a lo mejor colocando algo en la pared se desviaría la atención del gotelé y se centraría en lo que pusiese. Y que mejor que fotos. Ya sabéis que adoro las fotos, creo que mostrar trocitos de tu vida, momentos especiales o sitios en los que has estado es algo muy chulo. Revelé las fotos antes de navidad, si no recuerdo mal, y poco a poco he ido comprando los marcos. Todos son en color blanco o plateado, excepto uno, que es color verde. Pero todo obviamente tiene su por qué. Ese marco en concreto, que además es de esos que llevan paspartú con diferentes huecos para poner muchas fotos, tiene ya más de diez años y ha estado colgado en muchos sitios de casa. Pensé que partir de ese punto central y de ahí subir y bajar con el resto podría quedar bonito. Además he puesto un par de carteles que compré en Primark de rebajas. Yo creo que ha quedado muy bonita y que he conseguido lo que buscaba: ver menos el gotelé. Aunque me queda una duda... no se si me he pasado con el número de fotos, aunque es a mí a quien tiene que gustar ¿no?
Empezamos, esto es lo que se ve desde abajo. Hacer las fotos me ha costado mucho porque la escalera no está bien iluminada (otra asignatura pendiente) y tampoco encontraba la forma de que se viese todo ya que como os he dicho he puesto muchas fotos. La primera de todas en la que se nos ve sentados en el jardín es muy especial. Nos la hizo Juan Manuel Díaz Burgos, fotógrafo de Cartagena amigo de mi tío Ángel al que encargaron hacer fotos de familia para un libro que editó el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en el año 2007 que se llama "Retratos de familia" y con el que se quería mostrar las diferentes familias de nuestra España del siglo XXI. Y ahí está mi familia con esta foto, en un libro, ¿cómo no ponerla de una vez en una pared?
Ese es el marco verde del que os hablé antes. Las fotos son las mismas que puse cuando lo compré, no he querido cambiarlas precisamente porque son recuerdos muy especiales. Los marcos blancos con tres y dos fotos los compré en un Aldi. En uno he puesto unas fotos muy simpáticas que nos hizo una amiga a mi hermana Marina y a mí con mi padre, el otro tiene las fotos de las abuelas de la familia.
Esta es la única foto que he conseguido hacer desde arriba en la que se vean todos los marcos. También se ve la escalera que lleva a la buhardilla y que está pendiente de pintar (otra asignatura a la lista). En cada marco plateado grande he puesto la foto de uno de mis hijos y en el resto fotos familiares. Las cintas se las puse para poder colgarlos mejor y al final me encanta como han quedado.
Por último estos son los dos carteles que están entre las fotos: "El mejor momento para empezar es ahora" y " Aquí hay muchas razones para ser feliz". Ahora mi hermana Isa me diría:"¿¿¿tu no eres la que odia todo el movimiento de tazas/carteles/material de papelería con motivación positiva que tanto se lleva ahora???". Pues sí, lo odio, me resulta empalagoso que todo tenga que ser positivo y feliz cuando el día a día de cada uno no lo es, más que animarme me desaniman cuando estoy en una época digamos "difícil". Pero estos carteles al menos no llevan mil colorines ni se pasan de felicidad.
En fin, esta es mi escalera, así ha quedado. Habrá quien piense que he puesto demasiadas fotos, también a quien le parezca bonita así. Pero esto es lo que me gusta de esta época en la que nos ha tocado vivir, las casas ya no son clones, ni lo que hay en su interior. Cada uno puede decorar como le guste, mezclar antiguo y moderno, viejo y nuevo, hacer que tu casa sea tuya, TU hogar, y todo lo que hay en ella es precisamente lo que le imprime el carácter de sus habitantes. Como mi escalera donde ahora conviven un espejo antiguo heredado, un montón de marcos con fotos y en el suelo un pequeño cesto de castaño lleno de espigas que recogí el verano pasado en el pueblo donde estuvimos. Yo soy así, este es mi hogar y a mí me encanta.
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