¡Hola otra vez! Aunque estamos en época en la que hablar de reformas no nos apetece nada, yo voy a hacerlo. El Jefe ha aprovechado estos días de "vacaciones" para terminar la reforma de nuestra buhardilla y yo estoy más que emocionada.
Esta es una historia muy muy larga, tanto que parece mentira que hayan pasado catorce años desde que empezó nuestra aventura con ella. Ha sido una historia difícil porque todo, absolutamente todo lo que se ha hecho en ella ha pasado por las manos del Jefe. Y aunque empezamos con mucha ilusión, pasado el tiempo se convirtió en esa tarea pendiente de la que no se quería ni acordar. No se muy bien porqué pasó esto, puede que sea eso de que "en casa de herrero, cuchara de palo", pero la verdad es que había que darle un empujón fuerte y no había manera. Hace dos veranos empezamos con las reformas "definitivas": pusimos dos ventanas para techo Velux y subimos un pequeño muro hasta el techo para así poder poner una puerta que la aislase de ruidos y a la vez mantuviese la climatización. Después de otro pequeño paro, este verano el Jefe cedió por fin y se entregó a dejarla lo más bonita posible. Así estaba antes de empezar, pintada(la pintura ya estropeadísima), con la tarima puesta y las placas de aislante en el techo en las que durante todos estos años las amigas de mis hijas han ido dejando sus firmas.
La pared de pladur de la primera foto también la hizo el Jefe para aislarla del exterior, ya que nos dimos cuenta de que era la que más fría estaba en invierno y más caliente en verano. En la segunda foto, a la derecha, podéis ver el muro que levantamos para cerrarla. En esa foto también se ve la puerta del "armario-trastero" que ha sido donde siempre han tenido la ropa las chicas. Entre los cambios que teníamos preparados estaba el sacar ese armario de ahí y hacer un minivestidor.
Lo primero que hizo, después de la pared de pladur, fue el forrar las vigas de hormigón con carcasas de madera que hizo una a una, y los tramos entre una y otra con madera de pino machihembrado pintada en color hueso para así tapar las placas de aislante que llevaban ahí puestas desde que empezamos con esta historia interminable.
Poco a poco fue forrando el techo de las dos habitaciones en las que se divide nuestra preciosa buhardilla. Mirad que bien han quedado las ventanas con la madera alrededor.
Siguiente paso: pintar. Cuando los hicimos por primera vez pintamos la habitación de dentro en color ocre y la de fuera en azul, con una veladura que le daba un aire rústico que entonces nos encantó. Pero después de tantos años además de estar muy estropeada estábamos ya hartos de esos colores. Yo lo quería todo blanco para conseguir el máximo de luminosidad (ya había aprendido con los otros colores lo que era tener habitaciones oscuras),pero las chicas querían darle un toque de color, así que permitimos que una de las paredes fuese de un color y el resto blanco. No hice fotos con las habitaciones vacías, así que directamente os enseño como han quedado de bonitas.
Esta es la habitación que está más adentro y que comparten Marta y Marina. Como veis el color elegido por ellas fue el turquesa y con el pintamos la pared del fondo, donde está el escritorio. Queríamos que tuviesen una mesa muy muy grande y no gastarnos mucho. La solución: una encimera de cocina de madera forrada en color blanco. No podíamos permitirnos cambiar el mobiliario y como sus muebles eran de madera clarita era la opción más fácil. Cuando estaba haciendo las fotos me he dado cuenta de que debí hacerlas nada más terminar de colocar los muebles, sin tanto chisme, tanta foto ni tanto montón de libros y así habrían quedado como las de las revistas, pero ellas tenían tantas ganas de tener "su reino" terminado que lo tomaron antes incluso de acabar de colocar todo y no me apetecía vaciar estantes y paredes para luego volver a poner todo. Ahora que las veo pienso que tampoco están tan mal, creo que nadie tiene los dormitorios de las revistas, y si es así es que no viven en ellos; los dormitorios de chicas que viven y estudian ahí están llenos de sus fotos, sus maquillajes, sus recuerdos y por supuesto sus libros y su ropa.
La siguiente habitación que en realidad es a la primera que se accede es la de Carmen. Ahí también hemos hecho el vestidor y nos ha quedado muy chulo por poco dinero.
Esta es la parte del dormitorio. La pintura rosa chicle es el resultado de aprovechar un poco de color fucsia que apareció en un armario y que tuvimos que mezclar con blanco para que fuese suficiente para toda la pared. La verdad es que ha quedado alegre y al ser el resto banco, de momento no agobia mucho. Como veis el único mobiliario aquí es su cama, una mesa y un par de baldas.
Y por último el vestidor. lo hemos colocado delante del viejo armario trastero (al que por cierto tenemos que pintar la puerta...) aprovechando la forma de la habitación. El techo ahí era mucho más alto pero decidimos bajarlo y colocar una lámpara de Ikea modelo Lysboj que tiene forma de flor y que sólo cuesta 1,99€ , tres cómodas Malm que en un principio iban a ser blancas, pero cuando fuimos a comprarlas encontramos una en este color en la sección de oportunidades que estaba nuevecita y en estos casos en los que el presupuesto es corto ahorrar 50€ es mucho, así que las pusimos en chapa de roble con tinte blanco que también quedan muy bien. Para colgar la ropa escogimos tres percheros parecidos al modelo Kalkgrund que ya no están, han debido descatalogarlos. Realmente es un perchero con pomos pegados a la pared y esas barras en la parte de arriba para poner sombreros o cajas y que nosotros hemos utizado para colgar las perchas. Todo por triplicado para que cada una tuviese sus cajones y su colgador. Como toque final algo que nunca debe faltar en la habitación de una chica: un buen espejo. El nuestro fue un regalo, era de color azul pero prefirieron pintarlo rosa como la pared.
Ya veis, así de chula nos ha quedado nuestra buhardilla. Ha tardado pero el Jefe esta vez se ha lucido. Yo estoy encantada con el resultado y sus habitantes mucho más. Ya tienen su territorio donde estudiar, escuchar música o simplemente aislarse en esta casa en la que tener tu rincón es tener un tesoro.
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