sábado, 23 de abril de 2016

Mi horno asesino.

Ya os conté que soy madre de una familia super numerosa, de las que antes se llamaban "de honor", y ahora nos han dejado sólo en "especial".Esta semana han cumplido años dos de mis niñas que ya no lo son tanto. La mayor,María, 24 primaveras y la séptima, Irene, catorce. Para no liarnos con dos fiestas hemos hecho como casi siempre desde que nació Irene, celebrar en familia los dos cumples el mismo día, y otro lo celebran ellas con sus amigos. Obviamente para coincidir todos, que es difícil, lo dejamos para hoy sábado y ahí que nos hemos juntado 25 personas(y eso que hemos tenido cuatro bajas)entre bisabuelas, abuelas,tíos, sobrinos, maridos y novios   para comernos una paellita cocinada por el Jefe que estaba para chuparse los dedos. La verdad es que ha estado genial. Aunque sea mucho trabajo  que intentamos minimizar sacrificando una mesa que se vería de película con mi vajilla y mi cristalería,y velas, y flores, y todas esas cosas que me encantan, con manteles y vajilla de usar y tirar para no pasarnos luego tres horas fregando y recogiendo, estar "casi" todos juntos es algo que me encanta, y que procuro disfrutar para cuando no pueda ser. Las risas de mis hijas que ya se hacen mujeres, y otras lo son ya, bromeando con sus tíos, mi padre mandando a uno y a otro hasta que de repente ha saltado de su silla para irse a dormir su siesta(sagrada), las abuelas felices, los peques que ya son los menos correteando y jugando en un precioso día de primavera, en fin,uno de esos días que esperas poder repetir aunque hayas trabajado mucho y más de uno haya tenido momentos de "tensión". Pero si tenéis una familia grande, o pequeña, con la que poder reunirte y pasar tiempo, sabréis que esos ratillos de nervios merecen la pena.Al menos a mi me la merecen, y ver que mis hijas piensan igual me enorgullece. En casa , a solas, cuando nadie nos ve, se libran muchas batallas porque todos buscamos nuestro sitio, y si añades a eso que el noventa por ciento de la family somos mujeres el factor riesgo aumenta considerablemente.El Jefe y mi enano sufren con paciencia miles de discusiones sobre por qué alguien ha cogido ropa de otra, o maquillajes, o zapatos. Nuestra mesa, centro neurálgico de la casa, es testigo de mil charlas sobre moda, chicos, amigos,problemas, cotilleos,bromas y discusiones .Sin embargo la unión que hay entre ellas es preciosa. No voy a mentir, si tenéis hermanos lo sabéis, siempre hay alguno con el que tienes mas complicidad bien porque es  más cercano a ti en edad o porque su carácter choca menos con el tuyo, pero frente al mundo tus hermanos son intocables, y ojito con meterse con ellos. Tu puedes llegar a tener ganas de matarlos, pero como algún insensato/a ose insultarlos, o peor, tocarlos, el que está muerto es el o ella.Que entre mis hijos exista ese nexo, esa unión , igual a la que tengo yo con mis hermanos, hace que sienta que uno de mis objetivos como madre se cumpla a pesar de que en esta casa las cosas se digan muchas veces mas altas de lo que se debe, o con poco tacto, pero se dicen. En casa se habla mucho, y se discute mucho más, pero después de todas las tormentas llega la calma y el perdón, unas veces con palabras, otras con un gesto, y por mucho que protesten al final se desviven unos por otros y sufren unos con otros. En lo bueno y en lo malo, eso es una familia, y es lo mejor. 
Con todo esto llego a la mañana de hoy, comida familiar por cumpleaños, el Jefe hace la paella (acabo de darme cuenta de que no le he hecho foto)y ¿quien hace la tarta? Pues la hermana de las cumpleañeras que está estudiando Repostería y Panadería, lo cual mola mucho en estas ocasiones porque tienes una supertarta por poco dinero pero es una tortura porque cuando aprende algo nuevo practica en casa y yo como más dulce del que debiera. Si, Marina siempre ha tenido un don especial con los dulces, cosa curiosa teniendo en cuenta que a ella no le gusta comerlos. Sin embargo disfruta haciéndolos y viendo como los demás nos los comemos. El plan era hacer ayer la tarta y hoy dedicarnos a otras cosas pero la tarde noche acabó para ella en urgencias con dolor en el abdomen, y cuando llegó a casa ya no había ganas para ponerse el delantal. Así que tempranito se ha puesto manos a la obra para hacer que su "obra de arte" fuese perfecta para sus hermanas. Con lo que no contábamos era que hemos elegido receta nueva y mi horno digamos que no es de lo mejor del mercado.Horrorizada se ha pasado una hora pegada al cristal del horno asesino cuando se ha dado cuenta de que su bizcocho rosa se resquebrajaba por encima y por más tiempo que pasaba no se hacía. Y ha sido ahí, cuando la he visto sentada en el suelo, observando callada y rezando para que la cosa acabase bien, cuando he pensado en escribir hoy, y le he hecho una foto.





Ahí estaba ella, silenciosa ante el horno asesino que quería matar "su obra". No estaba enfadada por ella sino porque sus hermanas no iban a tener su tarta y ella quería que la tuviesen. Después de hora y media de agonía me ha dicho: mamá, pínchalo tu esta vez que si no está yo ya paso, este horno es una mierda y no voy a poder hacer la tarta.
Y como las madres estamos para eso, para consolar y empujar cuando nuestra tropa flaquea, ahí que he cogido yo un cuchillo y pidiendo al cielo que estuviese terminado para que Marina descansase y María e Irene tuviesen su tarta, lo he clavado en el pobre bizcocho que entre las veces que ya le habíamos metido el cuchillo, y el maldito horno estaba quedándose para tirarlo directamente a la basura. ¡¡¡Siiii!!! Por fin el cuchillo ha salido limpio y he sacado el bizcocho del horno a mil por hora para que nos diese tiempo a terminar lo que había empezado con ilusión y estaba transformándose en horror.


 

Este es nuestro pobre bizcocho ya frío. La verdad es que en directo parecía peor la cosa, probablemente por la tensión. El resto del proceso no lo he podido fotografiar porque me ha tocado ir a por la abuela y María, que no se si ya os conté que se casó hace una año, por lo que no vive en casa. El caso es que entre el viaje en coche y que ya aparecían invitados cuando me he dado cuenta las manos de mi repostera habían conseguido reconvertir el desastre en "su obra", el regalo para sus hermanas, ya no estaba triste, ni silenciosa, estaba feliz y deseando que llegase el postre para ponerla delante de ellas. Mirad que preciosidad ha hecho.



Preciosa por fuera y exquisita por dentro. La tarta pink velvet con crema de queso y fresas ha triunfado, la repostera miraba orgullosa esperando el veredicto de su gran familia y sobre todo el de sus hermanas. Eso es la familia para mi, ya daba igual la hora delante de la puerta del horno, los nervios porque no daba tiempo, ella ha sacrificado su tiempo para que los que quiere disfrutásemos de su don y saber que lo hacíamos era su premio. Y a la vez el mío, madre orgullosa de la "artista" y del resto, para ellos va hoy este post:
Para María e Irene por su cumpleaños, para Marina por su trabajo, y para Bea, Marta, Carmen,Isa, Belén y Josemi por hacer de mi una madre orgullosa que ve con recelo como crecen y van dejando esta casa para formar su propia familia. De momento sólo se ha ido la mayor, pero saber que poco a poco lo harán los demás  en el fondo no me gusta.La vida es así, lo se,tu los ayudas a ser personas con la cabeza amueblada , preparados para lanzarse al mundo y a enfrentarse a el, protegiéndolos y corrigiéndolos hasta que ya no te necesiten,y luego se van. Eso sí, siempre quedarán nuestras comidas familiares, los mayores ya no estarán, y vendrán nuevos miembros, pero nuestra gran  familia seguirá ahí, compartiendo esos momentos especiales que hacen que enfrentarte a un horno asesino merezca la pena.

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