Hacía bastantes semanas que no salíamos de paseo con la tropa. La verdad es que cada vez se hace más difícil hacerlo, las mayores van a su rollo, las de en medio están en esa edad en la que ir con los padres es algo...¿desagradable y vergonzante? Y ahí quedan los dos pequeños que piden cada domingo "hacer algo", pero que la mayoría no lo consiguen porque siempre tenemos algo que hacer en casa. Esta obra interminable que es mi casa en la que cuando acabas una reforma hay que empezar otra porque algo se ha estropeado o porque a mí se me ha ocurrido alguna de mis ideas reconozco que a mi tropa le desespera. A mí no, ya os dije que a pesar de disfrutar viéndolos pasarlo pipa, me da una pereza increíble salir. Los domingos son "mi día". Me permito no madrugar, levantarme y andar en pijama un rato sin pensar en nada, luego me pongo en marcha para recoger la casa lo justo y paso a hacer mis manualidades, mis pinturas de muebles y el resto de lo que me gusta. Todo para MI. Que mal suena ¿verdad?
Así que de vez en cuando hago el ánimo y obligo al jefe a que salgamos de nuestra zona de confort para que los peques salgan. El domingo pasado la excusa fue un mercado Modernista celebrado en el centro de Cartagena. Hasta ahora cada año se hacía un mercado medieval, pero, con motivo del año del modernismo que se celebra en nuestra ciudad para redescubrir un montón de edificios de esa época y fomentar su conservación, el ayuntamiento cambió la temática y nos trasladó a finales del siglo XIX y principios del XX. Durante el fin de semana se hicieron talleres, visitas guiadas, concursos de pintura y no se cuantas cosas más. Nosotros sólo llegamos al mercado, y reconozco queuna vez allí me apenó no haber intentado ir a alguna de las actividades que se habían celebrado. Lo que si que hicimos también fue sacar a la "abueli" (mi suegra) de paseo, que últimamente está un poco de bajón con esto del otoño y sabíamos que ir con los peques de paseo la animaría.
Me encantó todo, el ambiente, ver las calles de esa parte de la ciudad que a diario son sólo de paso llenas de puestos de mil cosas diferentes, pasear aprovechando nuestro maravilloso clima (24º un seis de Noviembre es envidiable)y por último ver a los más atrevidos vestidos de época.
Me encantó todo, el ambiente, ver las calles de esa parte de la ciudad que a diario son sólo de paso llenas de puestos de mil cosas diferentes, pasear aprovechando nuestro maravilloso clima (24º un seis de Noviembre es envidiable)y por último ver a los más atrevidos vestidos de época.
El cabezón del primer plano es el de Josemi, que se me coló en la foto. Como me daba vergüenza pedirles a las señoras que posasen para mí, no me dio tiempo a hacer otra...pero más o menos se ve lo chulo que quedaba, sobre todo porque al ser la mayoría de edificios del centro de esa época no desentonaban. La señora de lunares era una crucerista que sí que las paró para hacerse fotos con ellas. Eso fue otro punto a favor el domingo, al haber dos cruceros en el puerto había muchísima más gente y un ambiente estupendo.
Una de nuestras primeras paradas fue en un puesto donde un artesano soplaba vidrio y hacía formas muy bonitas con el. A los peques les encantó, la verdad es que es bonito mirar cómo calentando el vidrio y sabiendo qué movimientos hacer puede cambiar su forma y su utilidad.
Ahí los tenéis: la mar de atentos los tres, la abuela y los nietos. Ya os digo que les alucinó ver esto, los tuve que arrastrar del puesto porque era el primero y por un momento me vi ahí toda la mañana. Seguimos paseando entre puestos descubriendo artesanos de todo tipo, desde panaderos hasta los típicos puestos de hippies a los que esta vez habían vestido de época, pasando por puestos de camisetas, de artesanía con cuero, de jabones, de castañas...
¿Que os parece? ¿No me digáis que no os da un poco de envidia vernos en mangas de camisa?
Aquí tenéis al Jefe abducido por este puesto de navajas. Cuando lo vi me eché a temblar, son su debilidad. Tiene un montón, cuando viajamos es su souvenir. La verdad es que desde mi punto de vista es una colección tonta, no las tiene expuestas porque son peligrosas, están guardadas en una caja todas juntas...pero cada vez que se encuentra con uno de estos puestos no puede evitar pararse y tocarlas, compararlas y si puede comprar alguna. Esta vez no compró nada porque cada vez se le hace más difícil y caro encontrar nuevos modelos, y nuestra economía ahora no está muy boyante.
Y por último os dejo estas dos fotos de los enanos mirando al mar para que veáis lo precioso que se veía. El mar, nuestro puerto que siempre está ahí y al que nunca le dí importancia hasta que nos marchamos a vivir a Rusia y dejé de verlo. La verdad es que creo que los que nacemos en la costa "necesitamos" del mar, aunque la mayoría sólo nos acordamos de que está ahí en verano. Y a pesar de que en Kaliningrad también había playa jamás podré comparar a mi Mediterráneo con el mar Báltico que es muy chulo, pero para bañarte tienes que pensártelo más de una vez y de dos, incluso en pleno verano. De mi tropa sólo los peques se atrevieron a bañarse en aguas rusas, yo ni metí los pies, con mirarlo me conformé.
Y esto es todo amigos. Ya habéis visto otro pedacito de mi tierra y de mi día a día con la tropa. Hasta pronto.
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