jueves, 29 de diciembre de 2016

Mi buhardilla. Como convertirla en un sitio estupendo por poco dinero.


¡Hola otra vez! Aunque estamos en época en la que hablar de reformas no nos apetece nada, yo voy a hacerlo. El Jefe ha aprovechado estos días de "vacaciones" para terminar la reforma de nuestra buhardilla y yo estoy más que emocionada.
Esta es una historia muy muy larga, tanto que parece mentira que hayan pasado catorce años desde que empezó nuestra aventura con ella. Ha sido una historia difícil porque todo, absolutamente todo lo que se ha hecho en ella ha pasado por las manos del Jefe. Y aunque empezamos con mucha ilusión, pasado el tiempo se convirtió en esa tarea pendiente de la que no se quería ni acordar. No se muy bien porqué pasó esto, puede que sea eso de que "en casa de herrero, cuchara de palo", pero la verdad es que había que darle un empujón fuerte y no había manera. Hace dos veranos empezamos con las reformas "definitivas": pusimos dos ventanas para techo Velux y subimos un pequeño muro hasta el techo para así poder poner una puerta que la aislase de ruidos y a la vez mantuviese la climatización. Después de otro pequeño paro, este verano el Jefe cedió por fin y se entregó a dejarla lo más bonita posible. Así estaba antes de empezar, pintada(la pintura ya estropeadísima), con la tarima puesta y las placas de aislante en el techo en las que durante todos estos años las amigas de mis hijas han ido dejando sus firmas.









La pared de pladur de la primera foto también la hizo el Jefe para aislarla del exterior, ya que nos dimos cuenta de que era la que más fría estaba en invierno y más caliente en verano. En la segunda foto, a la derecha, podéis ver el muro que levantamos para cerrarla. En esa foto también se ve la puerta del "armario-trastero" que ha sido donde siempre han tenido la ropa las chicas. Entre los cambios que teníamos preparados estaba el sacar ese armario de ahí y hacer un minivestidor.
Lo primero que hizo, después de la pared de pladur, fue el forrar las vigas de hormigón con carcasas de madera que hizo una a una, y los tramos entre una y otra con madera de pino machihembrado pintada en color hueso para así tapar las placas de aislante que llevaban ahí puestas desde que empezamos con esta historia interminable.








Poco a poco fue forrando el techo de las dos habitaciones en las que se divide nuestra preciosa buhardilla. Mirad que bien han quedado las ventanas con la madera alrededor.






Siguiente paso: pintar. Cuando los hicimos por primera vez pintamos la habitación de dentro en color ocre y la de fuera en azul, con una veladura que le daba un aire rústico que entonces nos encantó. Pero después de tantos años además de estar muy estropeada estábamos ya hartos de esos colores. Yo lo quería todo blanco para conseguir el máximo de luminosidad (ya había aprendido con los otros colores lo que era tener habitaciones oscuras),pero las chicas querían darle un toque de color, así que permitimos que una de las paredes fuese de un color y el resto blanco. No hice fotos con las habitaciones vacías, así que directamente os enseño como han quedado de bonitas.








Esta es la habitación que está más adentro y que comparten Marta y Marina. Como veis el color elegido por ellas fue el turquesa y con el pintamos la pared del fondo, donde está el escritorio. Queríamos que tuviesen una mesa muy muy grande y no gastarnos mucho. La solución: una encimera de cocina de madera forrada en color blanco. No podíamos permitirnos cambiar el mobiliario y como sus muebles eran de madera clarita era la opción más fácil. Cuando estaba haciendo las fotos me he dado cuenta de que debí hacerlas nada más terminar de colocar los muebles, sin tanto chisme, tanta foto ni tanto montón de libros y así habrían quedado como las de las revistas, pero ellas tenían tantas ganas de tener "su reino" terminado que lo tomaron antes incluso de acabar de colocar todo y no me apetecía vaciar estantes y paredes para luego volver a poner todo. Ahora que las veo pienso que tampoco están tan mal, creo que nadie tiene los dormitorios de las revistas, y si es así es que no viven en ellos; los dormitorios de chicas que viven y estudian ahí están llenos de sus fotos, sus maquillajes, sus recuerdos y por supuesto sus libros y su ropa.
La siguiente habitación que en realidad es a la primera que se accede es la de Carmen. Ahí también hemos hecho el vestidor y nos ha quedado muy chulo por poco dinero.





Esta es la parte del dormitorio. La pintura rosa chicle es el resultado de aprovechar un poco de color fucsia que apareció en un armario y que tuvimos que mezclar con blanco para que fuese suficiente para toda la pared. La verdad es que ha quedado alegre y al ser el resto banco, de momento no agobia mucho. Como veis el único mobiliario aquí es su cama, una mesa y un par de baldas.







Y por último el vestidor. lo hemos colocado delante del viejo armario trastero (al que por cierto tenemos que pintar la puerta...) aprovechando la forma de la habitación. El techo ahí era mucho más alto pero decidimos bajarlo y colocar una lámpara de Ikea modelo Lysboj que tiene forma de flor y que sólo cuesta 1,99€ , tres cómodas Malm que en un principio iban a ser blancas, pero cuando fuimos a comprarlas encontramos una en este color en la sección de oportunidades que estaba nuevecita y en estos casos en los que el presupuesto es corto ahorrar 50€ es mucho, así que las pusimos en chapa de roble con tinte blanco que también quedan muy bien. Para colgar la ropa escogimos tres percheros parecidos al modelo Kalkgrund que ya no están, han debido descatalogarlos. Realmente es un perchero con pomos pegados a la pared y esas barras en la parte de arriba para poner sombreros o cajas y que nosotros hemos utizado para colgar las perchas. Todo por triplicado para que cada una tuviese sus cajones y su colgador. Como toque final algo que nunca debe faltar en la habitación de una chica: un buen espejo. El nuestro fue un regalo, era de color azul pero prefirieron pintarlo rosa como la pared. 
Ya veis, así de chula nos ha quedado nuestra buhardilla. Ha tardado pero el Jefe esta vez se ha lucido. Yo estoy encantada con el resultado y sus habitantes mucho más. Ya tienen su territorio donde estudiar, escuchar música o simplemente aislarse en esta casa en la que tener tu rincón es tener un tesoro.



domingo, 18 de diciembre de 2016

Llega la Navidad.


Sí, ya se que a estas alturas todo el mundo lo sabe. De hecho todos los grandes almacenes, firmas de ropa, perfumes y fabricantes de juguetes llevan recordándonos que llega desde el mes de octubre. Pero ahora sí que llega. La cuenta atrás para que los niños estén de vacaciones y entremos de lleno en estas fiestas ha comenzado. 
Nosotros hemos empezado con la decoración de casa este fin de semana, lo he estado retrasando porque no me apetecía mucho. Digamos que en los últimos años este empacho navideño en el que nos metemos sin darnos cuenta hace que no me apetezca mucho que llegue esta época del año. Tanto anuncio, programa de televisión, estadísticas sobre lo que se va a gastar cada español en la Navidad; todo ese bombardeo me pone triste y me paso las navidades pensando cuanto dinero tengo que gastar, haciendo presupuestos mentales, yendo de un super a otro para encontrar las mejores ofertas e intentando mantener la calma cuando me doy cuenta de que las cuentas no salen. Resumiendo: la Navidad se convierte en dinero y eso me pone muy muy triste.
Pero en estos dos últimos días un par de cosas me han hecho encontrar un poco de ese "espíritu navideño" perdido. La primera fue un pensamiento fugaz que me vino a la mente no se ni por qué ni cuando, pero que me emocionó. De repente pensé en nuestra Navidad cuando era una niña, en cómo a mi madre le encantaba decorar nuestra casa, algo que era todo un ritual. El primer día de vacaciones ella tenía todo preparado para ponernos manos a la obra y montar nuestro belén y nuestro árbol. En esa época no había tanta decoración para exteriores así que con eso estaba todo hecho. Pero era algo genial, luego llegaba nochebuena y la cena en casa de mis abuelos. Ahí comenzó una tradición que aún conservamos: escribir cada año un villancico diferente para mi abuelo y así conseguir que nos diese nuestro aguinaldo. Cuando acabábamos de cenar comenzaba el repertorio empezando por el "personificado" y después con unos cuantos más hasta que mi Papu(así lo llamábamos) sacaba sobres de los de las elecciones (siempre me pregunté de donde porras los había conseguido pero nunca lo supe) con nuestro nombre escrito y nuestro preciado tesoro dentro. Era una noche mágica aunque a casa nunca vino Papá Noel, donde cenábamos con la familia, cantábamos,nos reíamos un montón y acabábamos en la parroquia en la misa del gallo. Al día siguiente comilona otra vez en casa de la abuela con los restos de la nochebuena que eran como para celebrar tres más. Unos días de descanso hasta llegar a nochevieja para cenar, esta vez en casa con los otros primos y esperar ansiosos a comernos las uvas. Y por último llegaba el gran día: la noche de Reyes. No había nada más emocionante ni mejor que esperar a los Reyes.Dejar los zapatos bajo el árbol, el cubo de agua en el jardín para los camellos, y la bandejita con turrón y tres copitas de licor para ellos, no poder dormir de los nervios y por fin amanecer y correr a ver si ese año teníamos lo que habíamos pedido era lo más. 
Y recordando todo esto me dí cuenta de que mucha de esa ilusión que sentíamos nos la transmitía mi madre. La recuerdo con los villancicos sonando a todo trapo en el casette y cantando mientras adornábamos la casa. Otra gran parte de "culpa" es de mi abuelo: a él lo recuerdo en su casa preparando la cena de nochebuena con los villancicos también de fondo, recuerdo su estrella de Navidad en la ventana (cuando aún no existían los bazares chinos ni las tiras led, se curró una hecha con luterma y lucecitas que era preciosa) y a él sentado presidiendo la mesa feliz de ver a todos sus hijos y nietos. Y entonces pensé en mis hijos y en como, sin darme cuenta, yo les he transmitido a ellos esa ilusión por la Navidad. Desde que eran pequeños siempre he esperado a decorar con ellos el árbol y el interior de la casa. El jefe se encarga de montar un mega belén en el porche con un montón de figuritas, su castillo romano, sus reyes (que los peques van acercando poco a poco al portal) y su río de verdad. Cuando vivimos en Rusia poníamos un árbol pequeñito y un nacimiento precioso que me regaló mi hermana Isa al marchar y que yo regalé a mi amiga Irina cuando volvimos porque allí no existe esa tradición y estaba enamorada del mío. La última Navidad que pasamos allí hicimos un belén de plastilina superchulo, con pastores y borreguitos, panaderos, fruteros y por supuesto, el portal y los reyes magos, era una monada. 




Me dio mucha pena dejarlo cuando volvimos porque las niñas lo hicieron con mucha ilusión pero no podíamos traer todo. 
La otra cosa que me ha puesto en marcha es un vídeo que vi en facebook y en el que se muestra un experimento social hecho a jóvenes hablando sobre los regalos en Navidad. Me ha hecho pensar mucho en tantas Navidades vividas con ilusión sin pensar sólo en dinero ni en si tenía más o menos. Estas dos cosas han hecho que escuchase esa vocecilla de mi cabeza diciéndome: "Coi, que la Navidad no la trae el Corte Inglés y tu lo sabes. Que la Navidad es mucho más que gastar y gastar dinero, comilonas, salidas y galas. Ponte las pilas y prepara ya tu casa que al final se te echa encima y lo tienes todo manga por hombro. Y además es tu responsabilidad el que el día de mañana tus hijos celebren la Navidad de verdad y sepan transmitir a los suyos lo que tu les has dado a ellos".
Así que no he dejado pasar ni un día más para vestir nuestra casa de Navidad. Lo primero que he colocado ha sido nuestro nacimiento, el "bueno", que nos regaló mi suegro cuando nos casamos. Me gusta ponerlo en un sitio especial con la biblia al lado abierta justo donde narra el nacimiento de Jesús. Digamos que este es mi primer paso en el ritual de mi Navidad, algo que hago yo sola porque no quiero que se rompa, además representa la Navidad de verdad y no todo este lío que montamos alrededor. La Navidad es esto: Jesús nace en nuestra vida, lo hizo una vez físicamente, lo hace cada año espiritualmente y por eso ponemos nuestras casas bonitas y nos reunimos a celebrar, porque Dios se hizo el más pequeño para nosotros.





El pesebre está vacío porque aún no ha nacido el niño. En nochebuena el más pequeño de la casa coloca al niñito en su sitio.
Siguiente paso, este ya con la tropa y mucho más movido y divertido; el árbol de Navidad. nuestro árbol es sencillo, nada de brillos ni dorados, es más un estilo "rustico". Está decorado con estrellas y corazones de madera, bastones de caramelo hechos por nosotros, cascabeles y campanillas, unas setas rojas que parecen de los cuentos y que no se si compré en Ikea, y unas estrellas que hice hace dos navidades con fieltro y que tienen bordado el nombre de cada uno. Las patas las he cubierto con tela de saco.




Este año había pensado hacer una guirnalda con palomitas de maíz, que en alguna peli o revista la he visto y me hizo mucha gracia, pero de momento está así, si saco un rato lo mismo probamos a ver que tal queda. En la mesita de delante del sofá he puesto la corona de adviento que hizo Belenchi en la catequesis de confirmación. Aunque al ser natural se está oscureciendo me encanta como quedó, y a ella le hace ilusión que la tengamos ahí.




Y por último queda colocar el super belén que el Jefe pone cada año en el porche. Con las lluvias de estos días no hemos podido ponerlo aún, esperemos que la cosa pare antes de nochebuena y lo tengamos listo. He encontrado fotos de hace dos años y así podéis verlo.








El pasado año hizo mejoras, le puso un molino al que se le mueven las aspas, el río lo arregló y creo que habían personajes nuevos. 
Y con esto termino de enseñaros como preparamos nuestra casa para recibir primero a Jesús y luego a los Reyes magos, por supuesto. La tropa aún está terminando de escribir sus cartas, si estuviesen ya os enseñaría como queda nuestra nevera, literalmente empapelada. Y obviamente también para recibir a toda nuestra familia y a todos los amigos que pasan por aquí en estos días, que al fin y al cabo eso es lo que importa, estar con todos los que queremos porque, aunque no nos guste pensarlo, los años pasan y nunca se sabe si será la última navidad que pasemos todos juntos. Así que este es mi propósito para esta Navidad: dedicar tiempo a los míos, disfrutar de las cosas pequeñas (esas que se nos pasan a diario porque vamos a toda pastilla por la vida) cantar mogollón de villancicos, salir de paseo a ver las luces de Navidad que son preciosas, disfrutar de la supercena de Noche Buena con mis padres y hermanos y sus respectivas familias, ir a la misa de gallo con la tropa para celebrar que Jesús ha nacido, visitar a los abuelos y a los primos para estar con ellos más rato del que estamos normalmente, ir a la cabalgata, preparar todo para que lleguen los Reyes Magos y disfrutar una barbaridad ese día viendo a los peques de la familia felices con sus regalos. Espero que vosotros también podáis disfrutar de esta Navidad con los vuestros. Feliz Navidad.





lunes, 5 de diciembre de 2016

Mis bodas de plata.


El mes pasado se cumplieron mis bodas de plata. Veinticinco años de matrimonio, nueve hijos y mil historias buenas y no tan buenas que contar. Tuvimos que aplazar la celebración hasta este fin de semana y hoy quiero contaros como fue todo y agradecer a mis familia y a mis amigos que hiciesen que este día haya sido inolvidable.
Ya os he contado lo "maniática" que soy a la hora de celebrar algo, como me gustan los detalles de decoración, los ambientes rústicos mezclados con el shabby....
Cuando celebré mi boda no existía nada de esto. Las bodas, al menos la de casi todos mis amigos que se casaron en esa época (a no ser que hubieses ahorrado un montón), se celebraban con un ágape en algún local alquilado para la ocasión. Ni siquiera en la ropa se parecían, eso de ir con trajes de fiesta, maquilladas y entaconadas junto a nuestros chicos con sus traje y corbata o pajarita ni se imaginaba. No estaban mal, era lo que teníamos y todos disfrutamos de nuestras bodas. Las de plata se celebraban con la familia y amigos cercanos, y las comuniones con un chocolate con bollos junto a tus amigos eran lo normal.
Pero ahora las cosas no son así, a mi me hacía muchísima ilusión celebrar este día y ahí comenzaron mis "problemas" por llamarlo de alguna manera. En unos años hemos cambiado el celebrar nuestros eventos o días especiales de una manera familiar hasta elevarlo a una competición en la que si no tienes una fiesta en el jardín de una finca preciosa, decorado con velas y carteles de madera, bailarinas para que las invitadas puedan quitarse sus maravillosos tacones, mesas de dulces, candy bar, photocall y por supuesto fuegos artificiales parece que no tienes nada. Y eso que yo soy de las que siempre he celebrado los cumples de mi tropa en casa con sandwich de nocilla, gusanitos naranjas y tarta de chocolate con galletas. Pero reconozco que esta vez Pinterest ha tenido una mala influencia sobre mí. Me decía: "Coi, céntrate que lo importante no es dar un fiestón, lo importante es celebrar que el Jefe y tu estáis juntos desde hace veinticinco años". Algo que, seguro que no me lo discutís, es un milagro hoy en día. Así que aterricé, me centré, y busqué un punto intermedio: la manera de celebrar este momento tan importante sin gastarme un dinero que no tengo, pudiendo tener a mi familia y amigos cerca y a la vez dándole mi toque para que no pareciese una fiesta improvisada en un local social. Algo que voy ha hacer en este post y que hasta ahora he evitado es enseñaros fotos mías, pero la ocasión lo merece a pesar de que nunca me gusta como salgo. Y otro aviso, creo que voy a tener que alargarme porque fueron tantas las emociones y las sorpresas que quiero compartir que dudo que pueda acortarlo.
En fin, vamos a empezar por el principio que fue hablar con un sacerdote al que conocemos de toda la vida para fijar la fecha ya que por supuesto lo primero que queríamos hacer era dar gracias a Dios por haber estado con nosotros todo este tiempo. La ceremonia la prepararon mis hijas, el peque se ponía nervioso sólo de pensar en leer, así que lo dejamos "libre", aunque luego el Padre Apellaniz le dio su momento de protagonismo. 





Aquí nos tenéis, ya os he dicho que me veo fatal en las fotos y cuando sé que me las están haciendo me pongo muy tensa y salgo siempre seria, llevo unos veinte minutos mirando todas las que nos hizo nuestro querido Doc (ya os hablé un día de él, y aunque no es fotógrafo aceptó el follón de hacernos el reportaje para que no nos costase nada)y una de las pocas en las que salimos sonriendo y algo relajados durante la ceremonia es esta.




Como nunca salgo en las fotos, si no me conocéis, no sabéis que llevo gafas...los años que no pasan en balde. Yo, coqueta como cualquier mujer, pensaba ir sin ellas hasta que el día antes el Padre A. nos dijo que teníamos que "renovar" nuestras promesas. Casi me da un infarto. Menos mal que no me deshice de las que llevaba para ver de cerca antes de llevar progresivas, el Jefe me las guardó y me las puse para leer cuando tocaba. 
Como ya os he dicho, mis niñas leyeron, cantaron y hasta tuvieron unas palabras para nosotros al terminar la eucaristía. Tengo que decir que llegados a ese punto ya nos era difícil contener las lágrimas de ver a nuestra gran tropa volcada en que todo saliese bien. Como buena madre a la que le encanta presumir de hijas guapas os pondría fotos de cada una de ellas, pero sería demasiado largo, así que os pongo la que nos hicimos juntos al terminar y en la que por una vez salimos todos bien.




¿Qué me decís? Aquí os presento oficialmente al resto de la tropa. Mira, voy a hacer como en las revistas: de izquierda a derecha, mi yerno, Manu, y mi hija mayor María. A su lado Beatriz, Carmen, Irene, el peque Josemi, Belén, Marta, Marina e Isabel. Y detrás de ellos nosotros la mar de contentos. ¿A que tengo una familia preciosa?
Para celebrarlo después buscamos un sitio donde preparar algo sencillo para estar un rato con el resto de nuestra familia y amigos. Encontramos el local de una asociación de vecinos chiquitito pero con mucho "potencial". Como tampoco iba a ser algo multitudinario nos pareció estupendo.






Os pongo estas dos fotos para que veáis como es el sitio. En mi cabeza enseguida lo monté todo, sabía que quería algo informal, nada de mesas con todos los invitados sentados así que decidí que pondría una mesa con un buffet frío, otra con la bebida y todo los necesario para que cada uno se preparase lo que le apetecía tomar, y un pequeño rincón de dulces. Mirad que que chulo se quedó al final.






En una de las paredes colocamos la mesa que os dije antes. El cartel que se ve encima se me ocurrió a mí pero lo dibujó mi hija Bea. Es una pena que no se pueda leer bien, en el están escritas todas las fechas importantes desde que empezamos a salir el Jefe y yo: boda, nacimientos de nuestros hijos, mudanzas, cuando marchamos a Rusia, la boda de mi hija...y por supuesto un "to be continued" al final. A todos los invitados les sorprendió. Los manteles son de un papel que parece tela, elegí color avellana y un camino de mesa en color frambuesa. Los platos eran de cartón blanco, los cubiertos desechables pero de los que parecen de acero inoxidable, y puse macetitas de brezo a las que tapé los tiestos con saco, guirnaldas de luces led en la mesa principal y el la dulce. Además puse velas dentro de tarros de mermeladas a los que puse lazos en la parte de arriba. Las letras que se ven me las regaló mi hermana Isa esa misma mañana y se iluminan. Mirad que chulas.




Al lado de la mesa, junto a la puerta, coloqué una pizarra donde dábamos la bienvenida a todos y las gracias por compartir con nosotros ese día. En ella estaba atado un 25 de globos de helio en color plata.




La mesa dulce no fue exactamente una mesa sino una estantería reciclada junto a la que puse una mesita en la que pusimos la tarta. Las chuches las pusimos en tarros de cristal y cajas de frutas de madera. El resultado fue perfecto.






Como veis, además de chuches había galletas de dos tipos, cookies y de mantequilla. Las hizo mi hija Marina que es la repostera de casa y os aseguro que estaban deliciosas. Tanto como la tarta. ¿Habéis visto que preciosidad? Otro regalo, esta vez de mi amiga Almudena que también tiene unas manos de oro para la repostería. Cuando se lo pedí no dudó ni un segundo en decir que sí, no me dijo como la iba a ser, pero acertó de pleno.




¡¡¡Es que es como las de la tele!!! La pareja de pegdoll que hay delante la pinté yo. Las compré en Mía mandarina, y la verdad tenía miedo de que quedasen fatal, pero al final me quedaron muy cuquis. Somos el Jefe y yo, obviamente. Como en mi época los muñequitos de las tartas eran espantosos y los de la mía fueron directos a la basura, ahora ya tengo otros de recuerdo.
En el local había una pantalla donde se veían fotos nuestras desde que nos casamos hasta hace unos días (no sabéis el montón que tuve que escanear porque estaban en papel). A la gente les gustó mucho, sobre todo porque casi todo el mundo salía en alguna, menos mi pobre sobrina Ruht, que como no le gustan las fotos no tengo ninguna con ella. Yo ni me dí cuenta, pero a ella no se le pasó. 
A partir de ese momento los míos empezaron a sorprenderme. El primero el Jefe: de repente empezó a sonar "love is in the air" y al darme la vuelta ahí que me lo veo bailando mientras caminaba hacia a mí. A mí esas cosas me dan mucha vergüenza, así que saqué el valor de donde pude y fui hacia el pensado que lo que quería era que bailásemos. De piedra me quedé cuando de repente clava la rodilla en el suelo y saca del bolsillo una cajita que abrió en plan peli total. ¿Adivináis que tenía? Sí!!! un anillo precioso que no me canso de mirar.




La foto no es muy buena, en realidad me la acabo de hacer porque no se me había ocurrido antes. Es bonito, ¿a que si? Ha tardado veinticinco años en hacerme un regalo así, pero ha merecido la pena esperar.




Aquí foto del momentazo. Como no sabía que iba a pasar yo ya me había quitado los tacones e iba con mis bailarinas que quitan glamour al vestido, pero las chicas seguro que me entendéis. Después de esto mis hijos nos sorprendieron con un vídeo muy gracioso; nada de fotos de la infancia o de cuando nos conocimos: primero salían ellos mientras sonaba "sabor de amor" de Danza Invisible (es una de mis canciones preferidas) e iban formando frases con palabras escritas en cartulinas. Cuando ya había pensado que había acabado aparecieron en pantalla vídeos de amigos nuestros que junto a sus hijos recordaban momentos de nuestra vida con ellos, fue algo muy emotivo. Después, los primos de Madrid, que son unos craks habían montado una fiesta en su salón para felicitarnos. Y por último, nuestros amigos de Rusia, los que dejamos allí hace cinco años y que tanto hecho de menos...ahí yo ya estaba llorando a moco tendido, ¿cómo no hacerlo después de aguantar una ceremonia preciosa y después ver a todos nuestros amigos deseándonos lo mejor, hasta los que menos me imaginaba? tengo que reconocer que mis hijas son unas máquinas, en eso han salido a mí...




El resto de la noche fue estupendo. Risas, bailes, muchas fotos y también regalos de todo tipo, aunque he de decir que ya habían empezado a llegarme antes. Mis hijas me regalaron una chaqueta de pelito preciosa para que no pasase frío. Mi hermana Isa(sí, otra vez ella) además de las letras me regaló el ramillete que llevo en la muñeca y que causó sensación por el detalle de llevar flores sin llevar ramo. Mirad que bonito.




Nuestros amigos también fueron originales. Tuvimos desde cajas de experiencias con dos noches de hotel para desconectar, otra con una cata de vino, un chal para mí muy abrigadito, una imagen de plata de la sagrada familia, una pulsera para mí también (la verdad es que he ganado en regalos) tarjetas regalo,un juego de fuentes y portavelas muy chulo, dinero con el que pagamos toda la fiesta y aún tenemos para darnos algún capricho en nuestro mini viaje, hasta una foto nuestra tamaño gigante. Ese es el que más choca por lo grande, y por el problema que me ha creado decidir donde ponerlo. No pongo fotos porque este post ya es demasiado largo. Todos absolutamente me han encantado, sobre todo porque no esperaba nada de ninguno de los invitados; para mí el regalo de verdad era tenerlos allí a todos, y no lo digo porque es lo que queda bien, es lo que siento realmente. Me siento profundamente agradecida a Dios por mi familia, mis padres, hermanos y cuñados, mi suegra, mis tíos, primos,mi abuela y todos y cada uno de los amigos que estaban con nosotros, algunos de los cuales son mucho más que amigos, son mis "hermanos", y nuestra vida, la del Jefe y mía no sería nada sin todos los que nos rodearon y nos mostraron su cariño en nuestro día. 
Así que ya veis, para celebrar unas bodas de plata por todo lo alto no hace falta gastar una fortuna, ni reservar el mejor restaurante de la ciudad. Con echarle imaginación y tener un montón de gente que te quiere a tu lado dispuesta a ayudarte con las compras, la decoración, y con muchas ganas de sorprenderte tienes asegurado el éxito.




miércoles, 9 de noviembre de 2016

Un domingo de otoño.


Hacía bastantes semanas que no salíamos de paseo con la tropa. La verdad es que cada vez se hace más difícil hacerlo, las mayores van a su rollo, las de en medio están en esa edad en la que ir con los padres es algo...¿desagradable y vergonzante? Y ahí quedan los dos pequeños que piden cada domingo "hacer algo", pero que la mayoría no lo consiguen porque siempre tenemos algo que hacer en casa. Esta obra interminable que es mi casa en la que cuando acabas una reforma hay que empezar otra porque algo se ha estropeado o porque a mí se me ha ocurrido alguna de mis ideas reconozco que a mi tropa le desespera. A mí no, ya os dije que a pesar de disfrutar viéndolos pasarlo pipa, me da una pereza increíble salir. Los domingos son "mi día". Me permito no madrugar, levantarme y andar en pijama un rato sin pensar en nada, luego me pongo en marcha para recoger la casa lo justo y paso a hacer mis manualidades, mis pinturas de muebles y el resto de lo que me gusta. Todo para MI. Que mal suena ¿verdad? 
Así que de vez en cuando hago el ánimo y obligo al jefe a que salgamos de nuestra zona de confort para que los peques salgan. El domingo pasado la excusa fue un mercado Modernista celebrado en el centro de Cartagena. Hasta ahora cada año se hacía un mercado medieval, pero, con motivo del año del modernismo que se celebra en nuestra ciudad para redescubrir un montón de edificios de esa época y fomentar su conservación, el ayuntamiento cambió la temática y nos trasladó a finales del siglo XIX y principios del XX. Durante el fin de semana se hicieron talleres, visitas guiadas, concursos de pintura y no se cuantas cosas más. Nosotros sólo llegamos al mercado, y reconozco queuna vez allí me apenó no haber intentado ir a alguna de las actividades que se habían celebrado. Lo que si que hicimos también fue sacar a la "abueli" (mi suegra) de paseo, que últimamente está un poco de bajón con esto del otoño y sabíamos que ir con los peques de paseo la animaría. 
Me encantó todo, el ambiente, ver las calles de esa parte de la ciudad que a diario son sólo de paso llenas de puestos de mil cosas diferentes, pasear aprovechando nuestro maravilloso clima (24º un seis de Noviembre es envidiable)y por último ver a los más atrevidos vestidos de época.




El cabezón del primer plano es el de Josemi, que se me coló en la foto. Como me daba vergüenza pedirles a las señoras que posasen para mí, no me dio tiempo a hacer otra...pero más o menos se ve lo chulo que quedaba, sobre todo porque al ser la mayoría de edificios del centro de esa época no desentonaban. La señora de lunares era una crucerista que sí que las paró para hacerse fotos con ellas. Eso fue otro punto a favor el domingo, al haber dos cruceros en el puerto había muchísima más gente y un ambiente estupendo. 
Una de nuestras primeras paradas fue en un puesto donde un artesano soplaba vidrio y hacía formas muy bonitas con el. A los peques les encantó, la verdad es que es bonito mirar cómo calentando el vidrio y sabiendo qué movimientos hacer puede cambiar su forma y su utilidad.




Ahí los tenéis: la mar de atentos los tres, la abuela y los nietos. Ya os digo que les alucinó ver esto, los tuve que arrastrar del puesto porque era el primero y por un  momento me vi ahí toda la mañana. Seguimos paseando entre puestos descubriendo artesanos de todo tipo, desde panaderos hasta los típicos puestos de hippies a los que esta vez habían vestido de época, pasando por puestos de camisetas, de artesanía con cuero, de jabones, de castañas...






¿Que os parece? ¿No me digáis que no os da un poco de envidia vernos en mangas de camisa? 



Aquí tenéis al Jefe abducido por este puesto de navajas. Cuando lo vi me eché a temblar, son su debilidad. Tiene un montón, cuando viajamos es su souvenir. La verdad es que desde mi punto de vista es una colección tonta, no las tiene expuestas porque son peligrosas, están guardadas en una caja todas juntas...pero cada vez que se encuentra con uno de estos puestos no puede evitar pararse y tocarlas, compararlas y si puede comprar alguna. Esta vez no compró nada porque cada vez se le hace más difícil y caro encontrar nuevos modelos, y nuestra economía ahora no está muy boyante.





Y por último os dejo estas dos fotos de los enanos mirando al mar para que veáis lo precioso que se veía. El mar, nuestro puerto que siempre está ahí y al que nunca le dí importancia hasta que nos marchamos a vivir a Rusia y dejé de verlo. La verdad es que creo que los que nacemos en la costa "necesitamos" del mar, aunque la mayoría sólo nos acordamos de que está ahí en verano. Y a pesar de que en Kaliningrad también había playa jamás podré comparar a mi Mediterráneo con el mar Báltico que es muy chulo, pero para bañarte tienes que pensártelo más de una vez y de dos, incluso en pleno verano. De mi tropa sólo los peques se atrevieron a bañarse en aguas rusas, yo ni metí los pies, con mirarlo me conformé.





Y esto es todo amigos. Ya habéis visto otro pedacito de mi tierra y de mi día a día con la tropa. Hasta pronto.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Viajando con Charris.


No, no nos hemos ido de vacaciones tardías, al menos no "físicamente". Pero lo hemos hecho con nuestra imaginación y la ayuda de un pintor mágico del que tengo la suerte de ser sobrina. Creo recordar que ya os lo conté una vez, en nuestra familia hay uno de esos genios que de vez en cuando aparecen y que cambian nuestra manera de ver las cosas, de sentirlas, gracias a su visión de ellas o su forma de expresarse en alguna de las facetas artísticas que conocemos. 
Mi tío es un tío muy guay. Ángel de nombre, aunque artisticamente escogió su apellido materno, supongo que por lo original además de por querer mucho a su madre: Charris. Ya os conté que se puede hablar con él de cualquier cosa, y las fiestas chulas que nos monta a los sobrinos donde nos lo pasamos genial. Mi tío es como el tío Matt el viajero, de los Fraggle Rock(¿os acordáis de esos muñecos tan simpáticos que vivían bajo tierra?), cuando menos te lo esperas ha cogido su mochila y está viajando por algún país del mundo, países incluso que te enteras de que existen porque él nos lo dice. Ese bagaje que ha acumulado en su vida es lo que lo hace diferente. Yo, que me llevo sólo doce años con él, lo recuerdo desde siempre diferente al resto de personas. De joven,(vaya, parezco mi abuela) tuvo un grupo musical que se llamaba Maritimo Mobile. Además de pintar, ha hecho algunas esculturas, colecciones de platos, ilustraciones de libros, escribe historias y seguro que se me olvidan muchas cosas más. Porque mi tío, artista desde que nació, sabe de todo y hace de todo. Cuando decidió estudiar bellas artes creo que pocos confiaban en que pudiese vivir de eso, pero el decidió que lo haría, y sin dar una sola clase; en esto me hubiese gustado que fuese más flexible y así alguna de mis nenas, que adoran dibujar, habría podido aprender de él, pero los artistas son artistas no profesores. ¡Menuda bronca me echó un día porque Irene decidió pintar un lienzo y para mí hizo un churro! Cuando se lo conté, toda indignada, pensando que me apoyaría y le diría a la niña que me hiciese caso y pintase lo que yo quería me soltó: "¿Tu por qué le dices lo que tiene que pintar? Que pinte lo que quiera, y si no te gusta te aguantas...¿o a ti te gusta que te digan como expresarte?" Jamás le he vuelto a decir a ninguno que un dibujo no está bien, todos son perfectos. 
Recuerdo lo que me gustaba recibir una postal suya cuando comenzó a viajar, el tiempo que vivió en Nueva York. Ahora, cuando se va, todo es más frío. Con su  móvil nos manda fotos increíbles, pero no es lo mismo...yo soy de la antigua escuela, de las que al encontrar una carta en el buzón escrita por alguien desde lejos se me acelera el corazón. En sus pinturas plasma un  universo paralelo al nuestro que sólo él conoce y al que sólo puedes acceder de su mano, mirando sus cuadros. Me encanta ir a su estudio, ver ese desorden perfecto, sus montones de recuerdos en las estanterías; cada cosa tiene una historia detrás y eso hace que sean más interesantes. 
Hace cosa de un mes, puede que algo más, mi tío volvió a exponer en nuestra Cartagena después de treinta años sin hacerlo en solitario. Y no porque no quiera a su tierra, que a pesar de poder elegir cualquier parte del mundo para vivir sigue haciéndolo en la misma casa en la que nació, en el mismo barrio. A la inauguración asistimos toda la familia, la tropa incluida, ninguno queríamos perdérnosla. A la fiesta en su estudio después me fui sola con el Jefe, que no todos los días se presenta la ocasión de salir y pasar un rato rodeados únicamente de adultos y poder tomarte algo sin que los enanos te estén llamando continuamente. Pero me quedaba algo pendiente. En el museo donde está la expo hacen actividades durante la semana para grupos escolares y los sábados para grupos pequeños. En cuanto me enteré les prometí a los peques que los iba a llevar y por unas cosas u otras lo he ido posponiendo semana tras semana. Hasta el pasado viernes que me dije: Coi, ni un día más, llama y coges ya una fecha o cuando te des cuanta se ha pasado. Cual fue mi sorpresa al llamar y enterarme que al día siguiente no había nadie, y sin embargo el resto de sábados si. Así que ahí que los inscribí, a mis tres peques, a mi sobrina Ruth, a Marcos, un amigo de Josemi, y a otra amiga de las niñas que teníamos invitada en casa. Es lo guay de las familias numerosas, el mínimo del grupo eran cinco niños y yo llevaba seis de golpe. Así que el sábado por la mañana nos plantamos en el Muram, donde esta la exposición ("Los cosmolocalistas") a participar en una visita dinamizada llamada "los viajes de Charris". Nos recibieron unas chicas majísimas de las que, para variar, no recuerdo su nombre y que nos esperaban junto a otras dos niñas. 
Lo primero que hicieron fue presentarse, que cada niño lo hiciese, y después presentar al artista. He de reconocer que yo estaba emocionada pero los enanos mucho más. A cada pregunta que hacían sobre él, ellos levantaban la mano como locos para responder, orgullosos de su tío. 





Ahí los tenéis, desde el pequeñajo del polo de rayas hacia la derecha, mis tres peques, mi sobri y sus amigos. Esta foto es en la entrada del museo, donde después de presentarse hablaron sobre el cuadro que hay detrás e hicieron un juego de mímica. Había comenzado su viaje con Charris. De ahí subieron a la primera planta donde siguieron haciendo distintas actividades. Ahí, por no querer estar encima de los niños, ya no me enteré bien de lo que hacían, pero quería que disfrutasen de verdad de la experiencia, sin tener a mamá encima dando indicaciones. Quería que se sintiesen libres.



 Aprovechando que estaban encantadísimos,  mi amiga Raquel, la madre de Marcos, y yo nos fuimos a tomar un café a la cafetería de enfrente y así tomarnos nosotras un descanso de nenes. No tardamos demasiado en volver y nos los encontramos concentradísimos dibujando su propio Charris en la planta alta del museo.





Cuando acabaron aprovechamos para dar otra vuelta por todas las salas ya que el día que inauguró era imposible ver nada bien por la cantidad de gente que había. Los peques se hicieron fotos en algunos cuadros, nos despedimos de las monitoras y nos volvimos a casa la mar de contentos, ellos por "su viaje", y yo por haberlos llevado a vivir esa experiencia. Ahora que vivimos en esta era de la tecnología y en la que los niños hacen miles de actividades extraescolares , se nos olvida a veces llevarlos a descubrir la pintura a un museo, la música a un concierto, o la historia de su ciudad en alguna de las tantas actividades guiadas que hacen los ayuntamientos. Yo soy muy vaga para eso, lo reconozco, y si añades que muchas veces hay que pagar entrada lo descarto automáticamente. Pero últimamente intento enterarme de ocasiones como esta donde no hay que pagar nada de nada, o un musical al que fueron los peques este verano de "El mago de Oz" en el que los menores entraban gratis. Irene y Josemi participaron también en unos talleres que hace el ayuntamiento con motivo de un festival de música que se celebra en Cartagena todos los veranos,La Mar de Músicas. Este año estaba dedicado a Suecia y su cultura, y durante una semana disfrutaron haciendo un taller de artesanía muy chulo. Me he dado cuenta de que merece la pena regalarles esos ratos, que aprenden muchísimo, su imaginación echa a a volar y se les pasan dos horas en un suspiro sin necesidad de mirar una pantalla de móvil, tablet u ordenador. 



Aquí tenéis a Irene con uno de sus cuadros favoritos.



Josemi eligió este porque es el más importante de toda la expo para nuestra family, la chica de los prismáticos es mi hermana pequeña. Podéis imaginar lo que siento al verlo: mi tío, mi pintor favorito ha inmortalizado a mi hermana...¡qué envidia! pero de la buena.








Estas fotos son de unos "tambores" de madera pintados, en un lado hay un ojo y en el otro un logo de una marca conocida. Lo más chulo es que están colgados del techo a distintas alturas y no hay nadie que se resista a hacerse una foto con el tambor en la cabeza. En estas lo hicieron Belén, Josemi y Ruth.





Y me despido con este "Charris" de Irene sobre una vitrina  donde están todos los catálogos de todas las exposiciones que ha hecho mi tío a lo largo de su vida que, os aseguro, son muchos. 
Espero que, además de ver cómo se me cae la baba hablando de mi tío, os hayan dado unas ganas tremendas de llevar a vuestros peques a vivir esta experiencia, y si no tenéis peques animaos a ir vosotros a viajar con Charris un rato, os aseguro que no os va a defraudar.