Sí, ya se que a estas alturas todo el mundo lo sabe. De hecho todos los grandes almacenes, firmas de ropa, perfumes y fabricantes de juguetes llevan recordándonos que llega desde el mes de octubre. Pero ahora sí que llega. La cuenta atrás para que los niños estén de vacaciones y entremos de lleno en estas fiestas ha comenzado.
Nosotros hemos empezado con la decoración de casa este fin de semana, lo he estado retrasando porque no me apetecía mucho. Digamos que en los últimos años este empacho navideño en el que nos metemos sin darnos cuenta hace que no me apetezca mucho que llegue esta época del año. Tanto anuncio, programa de televisión, estadísticas sobre lo que se va a gastar cada español en la Navidad; todo ese bombardeo me pone triste y me paso las navidades pensando cuanto dinero tengo que gastar, haciendo presupuestos mentales, yendo de un super a otro para encontrar las mejores ofertas e intentando mantener la calma cuando me doy cuenta de que las cuentas no salen. Resumiendo: la Navidad se convierte en dinero y eso me pone muy muy triste.
Pero en estos dos últimos días un par de cosas me han hecho encontrar un poco de ese "espíritu navideño" perdido. La primera fue un pensamiento fugaz que me vino a la mente no se ni por qué ni cuando, pero que me emocionó. De repente pensé en nuestra Navidad cuando era una niña, en cómo a mi madre le encantaba decorar nuestra casa, algo que era todo un ritual. El primer día de vacaciones ella tenía todo preparado para ponernos manos a la obra y montar nuestro belén y nuestro árbol. En esa época no había tanta decoración para exteriores así que con eso estaba todo hecho. Pero era algo genial, luego llegaba nochebuena y la cena en casa de mis abuelos. Ahí comenzó una tradición que aún conservamos: escribir cada año un villancico diferente para mi abuelo y así conseguir que nos diese nuestro aguinaldo. Cuando acabábamos de cenar comenzaba el repertorio empezando por el "personificado" y después con unos cuantos más hasta que mi Papu(así lo llamábamos) sacaba sobres de los de las elecciones (siempre me pregunté de donde porras los había conseguido pero nunca lo supe) con nuestro nombre escrito y nuestro preciado tesoro dentro. Era una noche mágica aunque a casa nunca vino Papá Noel, donde cenábamos con la familia, cantábamos,nos reíamos un montón y acabábamos en la parroquia en la misa del gallo. Al día siguiente comilona otra vez en casa de la abuela con los restos de la nochebuena que eran como para celebrar tres más. Unos días de descanso hasta llegar a nochevieja para cenar, esta vez en casa con los otros primos y esperar ansiosos a comernos las uvas. Y por último llegaba el gran día: la noche de Reyes. No había nada más emocionante ni mejor que esperar a los Reyes.Dejar los zapatos bajo el árbol, el cubo de agua en el jardín para los camellos, y la bandejita con turrón y tres copitas de licor para ellos, no poder dormir de los nervios y por fin amanecer y correr a ver si ese año teníamos lo que habíamos pedido era lo más.
Y recordando todo esto me dí cuenta de que mucha de esa ilusión que sentíamos nos la transmitía mi madre. La recuerdo con los villancicos sonando a todo trapo en el casette y cantando mientras adornábamos la casa. Otra gran parte de "culpa" es de mi abuelo: a él lo recuerdo en su casa preparando la cena de nochebuena con los villancicos también de fondo, recuerdo su estrella de Navidad en la ventana (cuando aún no existían los bazares chinos ni las tiras led, se curró una hecha con luterma y lucecitas que era preciosa) y a él sentado presidiendo la mesa feliz de ver a todos sus hijos y nietos. Y entonces pensé en mis hijos y en como, sin darme cuenta, yo les he transmitido a ellos esa ilusión por la Navidad. Desde que eran pequeños siempre he esperado a decorar con ellos el árbol y el interior de la casa. El jefe se encarga de montar un mega belén en el porche con un montón de figuritas, su castillo romano, sus reyes (que los peques van acercando poco a poco al portal) y su río de verdad. Cuando vivimos en Rusia poníamos un árbol pequeñito y un nacimiento precioso que me regaló mi hermana Isa al marchar y que yo regalé a mi amiga Irina cuando volvimos porque allí no existe esa tradición y estaba enamorada del mío. La última Navidad que pasamos allí hicimos un belén de plastilina superchulo, con pastores y borreguitos, panaderos, fruteros y por supuesto, el portal y los reyes magos, era una monada.
Me dio mucha pena dejarlo cuando volvimos porque las niñas lo hicieron con mucha ilusión pero no podíamos traer todo.
La otra cosa que me ha puesto en marcha es un vídeo que vi en facebook y en el que se muestra un experimento social hecho a jóvenes hablando sobre los regalos en Navidad. Me ha hecho pensar mucho en tantas Navidades vividas con ilusión sin pensar sólo en dinero ni en si tenía más o menos. Estas dos cosas han hecho que escuchase esa vocecilla de mi cabeza diciéndome: "Coi, que la Navidad no la trae el Corte Inglés y tu lo sabes. Que la Navidad es mucho más que gastar y gastar dinero, comilonas, salidas y galas. Ponte las pilas y prepara ya tu casa que al final se te echa encima y lo tienes todo manga por hombro. Y además es tu responsabilidad el que el día de mañana tus hijos celebren la Navidad de verdad y sepan transmitir a los suyos lo que tu les has dado a ellos".
Así que no he dejado pasar ni un día más para vestir nuestra casa de Navidad. Lo primero que he colocado ha sido nuestro nacimiento, el "bueno", que nos regaló mi suegro cuando nos casamos. Me gusta ponerlo en un sitio especial con la biblia al lado abierta justo donde narra el nacimiento de Jesús. Digamos que este es mi primer paso en el ritual de mi Navidad, algo que hago yo sola porque no quiero que se rompa, además representa la Navidad de verdad y no todo este lío que montamos alrededor. La Navidad es esto: Jesús nace en nuestra vida, lo hizo una vez físicamente, lo hace cada año espiritualmente y por eso ponemos nuestras casas bonitas y nos reunimos a celebrar, porque Dios se hizo el más pequeño para nosotros.
El pesebre está vacío porque aún no ha nacido el niño. En nochebuena el más pequeño de la casa coloca al niñito en su sitio.
Siguiente paso, este ya con la tropa y mucho más movido y divertido; el árbol de Navidad. nuestro árbol es sencillo, nada de brillos ni dorados, es más un estilo "rustico". Está decorado con estrellas y corazones de madera, bastones de caramelo hechos por nosotros, cascabeles y campanillas, unas setas rojas que parecen de los cuentos y que no se si compré en Ikea, y unas estrellas que hice hace dos navidades con fieltro y que tienen bordado el nombre de cada uno. Las patas las he cubierto con tela de saco.
Este año había pensado hacer una guirnalda con palomitas de maíz, que en alguna peli o revista la he visto y me hizo mucha gracia, pero de momento está así, si saco un rato lo mismo probamos a ver que tal queda. En la mesita de delante del sofá he puesto la corona de adviento que hizo Belenchi en la catequesis de confirmación. Aunque al ser natural se está oscureciendo me encanta como quedó, y a ella le hace ilusión que la tengamos ahí.
Y por último queda colocar el super belén que el Jefe pone cada año en el porche. Con las lluvias de estos días no hemos podido ponerlo aún, esperemos que la cosa pare antes de nochebuena y lo tengamos listo. He encontrado fotos de hace dos años y así podéis verlo.
El pasado año hizo mejoras, le puso un molino al que se le mueven las aspas, el río lo arregló y creo que habían personajes nuevos.
Y con esto termino de enseñaros como preparamos nuestra casa para recibir primero a Jesús y luego a los Reyes magos, por supuesto. La tropa aún está terminando de escribir sus cartas, si estuviesen ya os enseñaría como queda nuestra nevera, literalmente empapelada. Y obviamente también para recibir a toda nuestra familia y a todos los amigos que pasan por aquí en estos días, que al fin y al cabo eso es lo que importa, estar con todos los que queremos porque, aunque no nos guste pensarlo, los años pasan y nunca se sabe si será la última navidad que pasemos todos juntos. Así que este es mi propósito para esta Navidad: dedicar tiempo a los míos, disfrutar de las cosas pequeñas (esas que se nos pasan a diario porque vamos a toda pastilla por la vida) cantar mogollón de villancicos, salir de paseo a ver las luces de Navidad que son preciosas, disfrutar de la supercena de Noche Buena con mis padres y hermanos y sus respectivas familias, ir a la misa de gallo con la tropa para celebrar que Jesús ha nacido, visitar a los abuelos y a los primos para estar con ellos más rato del que estamos normalmente, ir a la cabalgata, preparar todo para que lleguen los Reyes Magos y disfrutar una barbaridad ese día viendo a los peques de la familia felices con sus regalos. Espero que vosotros también podáis disfrutar de esta Navidad con los vuestros. Feliz Navidad.
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