No, no nos hemos ido de vacaciones tardías, al menos no "físicamente". Pero lo hemos hecho con nuestra imaginación y la ayuda de un pintor mágico del que tengo la suerte de ser sobrina. Creo recordar que ya os lo conté una vez, en nuestra familia hay uno de esos genios que de vez en cuando aparecen y que cambian nuestra manera de ver las cosas, de sentirlas, gracias a su visión de ellas o su forma de expresarse en alguna de las facetas artísticas que conocemos.
Mi tío es un tío muy guay. Ángel de nombre, aunque artisticamente escogió su apellido materno, supongo que por lo original además de por querer mucho a su madre: Charris. Ya os conté que se puede hablar con él de cualquier cosa, y las fiestas chulas que nos monta a los sobrinos donde nos lo pasamos genial. Mi tío es como el tío Matt el viajero, de los Fraggle Rock(¿os acordáis de esos muñecos tan simpáticos que vivían bajo tierra?), cuando menos te lo esperas ha cogido su mochila y está viajando por algún país del mundo, países incluso que te enteras de que existen porque él nos lo dice. Ese bagaje que ha acumulado en su vida es lo que lo hace diferente. Yo, que me llevo sólo doce años con él, lo recuerdo desde siempre diferente al resto de personas. De joven,(vaya, parezco mi abuela) tuvo un grupo musical que se llamaba Maritimo Mobile. Además de pintar, ha hecho algunas esculturas, colecciones de platos, ilustraciones de libros, escribe historias y seguro que se me olvidan muchas cosas más. Porque mi tío, artista desde que nació, sabe de todo y hace de todo. Cuando decidió estudiar bellas artes creo que pocos confiaban en que pudiese vivir de eso, pero el decidió que lo haría, y sin dar una sola clase; en esto me hubiese gustado que fuese más flexible y así alguna de mis nenas, que adoran dibujar, habría podido aprender de él, pero los artistas son artistas no profesores. ¡Menuda bronca me echó un día porque Irene decidió pintar un lienzo y para mí hizo un churro! Cuando se lo conté, toda indignada, pensando que me apoyaría y le diría a la niña que me hiciese caso y pintase lo que yo quería me soltó: "¿Tu por qué le dices lo que tiene que pintar? Que pinte lo que quiera, y si no te gusta te aguantas...¿o a ti te gusta que te digan como expresarte?" Jamás le he vuelto a decir a ninguno que un dibujo no está bien, todos son perfectos.
Recuerdo lo que me gustaba recibir una postal suya cuando comenzó a viajar, el tiempo que vivió en Nueva York. Ahora, cuando se va, todo es más frío. Con su móvil nos manda fotos increíbles, pero no es lo mismo...yo soy de la antigua escuela, de las que al encontrar una carta en el buzón escrita por alguien desde lejos se me acelera el corazón. En sus pinturas plasma un universo paralelo al nuestro que sólo él conoce y al que sólo puedes acceder de su mano, mirando sus cuadros. Me encanta ir a su estudio, ver ese desorden perfecto, sus montones de recuerdos en las estanterías; cada cosa tiene una historia detrás y eso hace que sean más interesantes.
Hace cosa de un mes, puede que algo más, mi tío volvió a exponer en nuestra Cartagena después de treinta años sin hacerlo en solitario. Y no porque no quiera a su tierra, que a pesar de poder elegir cualquier parte del mundo para vivir sigue haciéndolo en la misma casa en la que nació, en el mismo barrio. A la inauguración asistimos toda la familia, la tropa incluida, ninguno queríamos perdérnosla. A la fiesta en su estudio después me fui sola con el Jefe, que no todos los días se presenta la ocasión de salir y pasar un rato rodeados únicamente de adultos y poder tomarte algo sin que los enanos te estén llamando continuamente. Pero me quedaba algo pendiente. En el museo donde está la expo hacen actividades durante la semana para grupos escolares y los sábados para grupos pequeños. En cuanto me enteré les prometí a los peques que los iba a llevar y por unas cosas u otras lo he ido posponiendo semana tras semana. Hasta el pasado viernes que me dije: Coi, ni un día más, llama y coges ya una fecha o cuando te des cuanta se ha pasado. Cual fue mi sorpresa al llamar y enterarme que al día siguiente no había nadie, y sin embargo el resto de sábados si. Así que ahí que los inscribí, a mis tres peques, a mi sobrina Ruth, a Marcos, un amigo de Josemi, y a otra amiga de las niñas que teníamos invitada en casa. Es lo guay de las familias numerosas, el mínimo del grupo eran cinco niños y yo llevaba seis de golpe. Así que el sábado por la mañana nos plantamos en el Muram, donde esta la exposición ("Los cosmolocalistas") a participar en una visita dinamizada llamada "los viajes de Charris". Nos recibieron unas chicas majísimas de las que, para variar, no recuerdo su nombre y que nos esperaban junto a otras dos niñas.
Lo primero que hicieron fue presentarse, que cada niño lo hiciese, y después presentar al artista. He de reconocer que yo estaba emocionada pero los enanos mucho más. A cada pregunta que hacían sobre él, ellos levantaban la mano como locos para responder, orgullosos de su tío.
Ahí los tenéis, desde el pequeñajo del polo de rayas hacia la derecha, mis tres peques, mi sobri y sus amigos. Esta foto es en la entrada del museo, donde después de presentarse hablaron sobre el cuadro que hay detrás e hicieron un juego de mímica. Había comenzado su viaje con Charris. De ahí subieron a la primera planta donde siguieron haciendo distintas actividades. Ahí, por no querer estar encima de los niños, ya no me enteré bien de lo que hacían, pero quería que disfrutasen de verdad de la experiencia, sin tener a mamá encima dando indicaciones. Quería que se sintiesen libres.
Aprovechando que estaban encantadísimos, mi amiga Raquel, la madre de Marcos, y yo nos fuimos a tomar un café a la cafetería de enfrente y así tomarnos nosotras un descanso de nenes. No tardamos demasiado en volver y nos los encontramos concentradísimos dibujando su propio Charris en la planta alta del museo.
Cuando acabaron aprovechamos para dar otra vuelta por todas las salas ya que el día que inauguró era imposible ver nada bien por la cantidad de gente que había. Los peques se hicieron fotos en algunos cuadros, nos despedimos de las monitoras y nos volvimos a casa la mar de contentos, ellos por "su viaje", y yo por haberlos llevado a vivir esa experiencia. Ahora que vivimos en esta era de la tecnología y en la que los niños hacen miles de actividades extraescolares , se nos olvida a veces llevarlos a descubrir la pintura a un museo, la música a un concierto, o la historia de su ciudad en alguna de las tantas actividades guiadas que hacen los ayuntamientos. Yo soy muy vaga para eso, lo reconozco, y si añades que muchas veces hay que pagar entrada lo descarto automáticamente. Pero últimamente intento enterarme de ocasiones como esta donde no hay que pagar nada de nada, o un musical al que fueron los peques este verano de "El mago de Oz" en el que los menores entraban gratis. Irene y Josemi participaron también en unos talleres que hace el ayuntamiento con motivo de un festival de música que se celebra en Cartagena todos los veranos,La Mar de Músicas. Este año estaba dedicado a Suecia y su cultura, y durante una semana disfrutaron haciendo un taller de artesanía muy chulo. Me he dado cuenta de que merece la pena regalarles esos ratos, que aprenden muchísimo, su imaginación echa a a volar y se les pasan dos horas en un suspiro sin necesidad de mirar una pantalla de móvil, tablet u ordenador.
Aquí tenéis a Irene con uno de sus cuadros favoritos.
Josemi eligió este porque es el más importante de toda la expo para nuestra family, la chica de los prismáticos es mi hermana pequeña. Podéis imaginar lo que siento al verlo: mi tío, mi pintor favorito ha inmortalizado a mi hermana...¡qué envidia! pero de la buena.
Estas fotos son de unos "tambores" de madera pintados, en un lado hay un ojo y en el otro un logo de una marca conocida. Lo más chulo es que están colgados del techo a distintas alturas y no hay nadie que se resista a hacerse una foto con el tambor en la cabeza. En estas lo hicieron Belén, Josemi y Ruth.
Y me despido con este "Charris" de Irene sobre una vitrina donde están todos los catálogos de todas las exposiciones que ha hecho mi tío a lo largo de su vida que, os aseguro, son muchos.
Espero que, además de ver cómo se me cae la baba hablando de mi tío, os hayan dado unas ganas tremendas de llevar a vuestros peques a vivir esta experiencia, y si no tenéis peques animaos a ir vosotros a viajar con Charris un rato, os aseguro que no os va a defraudar.
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