jueves, 11 de agosto de 2016

Yo, yo misma y mis cajas.



Sí, ya se que hace muy pocos días que escribí mi última entrada, pero la culpa es del verano, ya os lo dije. Esto de estar de vacaciones en casa es lo que tiene, necesito hacer algo para no morirme de aburrimiento lo que a su vez me lleva a un estado de mal humor perpetuo que sufre la tropa y todo el que se acerque a mi. Pero hoy voy a ser muy breve, sólo quiero enseñaros mi colección de cajas. Los que me conocéis y habéis estado en casa sabéis que soy de las que tienen las estanterías llenas de cosas. Todo objeto que para mí signifique algo importante en un momento de mi vida es casi imposible que pueda deshacerme de el, así que voy colocando aquí y allá mis tesoros y los nuevos que van llegando a mis manos. De casi todo lo que más me gusta tengo dos o tres cosas como mínimo: tres planchas antiguas, un par de caballitos de madera pintados, unos candelabros de madera, vacía bolsillos de cerámica regalo de mi hermana...podría seguir con la lista un buen rato. 
Luego están las colecciones que comparto con el Jefe: sus cencerros (otro día os cuento esa historia, para que veáis que no soy yo la única rara), dos colecciones de frascos de laboratorio, la de sifones... Y por último está la que voy ampliando poco a poco: mis cajas. La verdad es que empezó por casualidad, la primera me la regalaron cuando me casé, recuerdo que fue la hermana de mi tía Flori, Celia, junto con un cenicero de cristal enorme. En esa época se ponían listas de boda, pero no se si la puse yo o ella la buscó en otro sitio. El caso es que ahí está, la primera de todas y una de mis preferidas precisamente por ser la primera y por los colores tan alegres que tiene.



Desde que llegó a mis manos se convirtió en uno de mis tesoros. El esmalte ya está algo estropeado, los años no pasan en balde, pero sigue siendo igual de bonita. Después y casi sin darme cuenta fueron llegando más, unas las compraba yo, otras me las regalaban, las más antiguas han sido heredadas... Tengo de madera...




Metálicas, en concreto dos alargadas que eran estuches de jeringas,un joyero y una cigarrera. Estas son todas heredadas.




Tengo algunas que he comprado en sitios muy especiales, como estas que me compró el Jefe en un bazar de Jerusalem





O esta que es artesanía pura rusa




Estas dos me las regaló mi hermana Marina, la de los angelotes me encanta.




Claro, ahora mi madre se va de viaje y ¿qué recuerdo me trae? una cajita...




Estas no se de donde han salido, creo que la grande la compré yo, pero la pequeñita ni idea...




Esta otra es una caja de membrillo, no se si sería de mi suegra o su madre, pero tiene un porrón de años. Por eso es una de mis preferidas, ya sabéis lo que me gustan las cosas viejas.



Y por último tengo las de estilo más moderno, una que utilizo de joyero, regalo de mi hermana Miriam




Y esta otra que me regaló mi hija Bea y que es donde tengo algunos de mis maquillajes




Antes las tenía todas repartidas por distintos sitios de casa, hasta que el verano pasado cuando hicimos la reforma encontré sin querer el lugar perfecto para todas. Debajo de las ventanas de mi cuarto pusimos tres cómodas Malm de Ikea, y cuando las vi ahí a las tres, tan blancas y vacías, parecía que me gritaban: ¡Venga, trae aquí todas esas cajas! Así que ahí están. Reconozco que es un poco rollo para limpiar porque tengo que quitarlas todas y volverlas a poner, pero es que ya os lo he dicho, a mi los muebles vacíos no me dicen nada, por muy de moda que esté. Y si no, mirad que chulas se ven





¿A que quedan genial? Lo malo es que ahora están casi todas juntas, pero si la colección sigue aumentando no se dónde las pondré... Bueno, eso ya lo veré. Hasta otro día y, si por casualidad alguna vez tenéis o queréis regalarme algo ya sabéis con lo que no vais a fallar. 






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