Hoy he cumplido cuarenta y dos primaveras. No ha sido el cumpleaños que esperaba, ya que el día amaneció digamos que torcido. Como llevo dos semanas de enfermera de la family hoy he sido yo la que ha amanecido pachucha, así que como más vale prevenir que curar y mi salud digamos que no es la de un roble, me he pasado el día en la cama. Reconozco que no era como pensaba pasarlo y así de primeras me ha costado una discusión con el Jefe que luego ha transformado en una fiesta improvisada con la tropa (tarta incluida). Llevo toda la semana pensando en este día, en que escribir, tenía pensada una entrada preciosa en la que agradecer a toda mi familia y amigos cómo me quieren... Pero el hombre propone y Dios dispone. Así que ahora que mi cabeza ha dejado de dolerme escribo unas líneas porque la ocasión lo merece; al fin y al cabo no se cumplen cuarenta y dos todos los días.
Quiero dar las gracias a mi mami, o mejor, felicitarla por haberme traído al mundo después de tres días de parto. Puede que esto suene poco humilde pero mi amigo Vadim siempre llama a su madre para felicitarla porque dice que es ella quien lo merece por darle la vida y no él, que no pidió nacer. Por eso mamá, por haber aguantado como una campeona y haber decidido aumentar la familia después del parto que te di, felicidades.
Felicitada mi progenitora, quiero dar las gracias a todos los que hoy se han acordado de mi cumple y han venido a visitarme, o me han vuelto loco el whatsapp; perdón por no contestaros pero hoy no he sido persona.
En fin, ahora ya sabéis algo más de mi: mi edad. Eso que tanto escondían las abuelas pero que a mí de momento no me da vergüenza decir. La verdad es que cuando tenía dieciocho y pensaba en los cuarenta se me antojaban muy lejos y que para entonces sería muy vieja. Ahora no lo veo así, he vivido la mitad de mi vida según las estadísticas y se que me quedan muchas cosas por vivir. Me gusta la generación que en la que nací, he tenido suerte de crecer pudiendo jugar en la calle y sin tanta tecnología. Mis padres me dieron todo lo que necesité cuando era niña: amor, cariño, educación, valores. Me convirtieron en quien soy a pesar de mi época adolescente (digamos que para ser su primogénita les di bastante trabajo). En aquellos maravillosos años yo era una "pija" con la carpeta forrada de fotos de Tom Cruise, de Hombres G o de Kirk Cameron. Veía Sensación de vivir (de ellos también llevaba fotos)y llevaba hombreras hasta con el chandal. Mi música: creo que toda la española de la época, pero Los Hombres G son los dueños de mi corazón, aunque Modestia Aparte luchó con ellos por él. No ganaron, lo sabe mi hija Marta que les tiene que agradecer su precioso nombre. Creía que nunca los vería porque eso de ir a conciertos me llegó tarde, pero el año pasado disfruté como una quinceañera de uno de sus conciertos. El Jefe, "pijo" malote del que me enamoré me acompañó, y gritaba más que yo. Con lo de "pijos" me refiero a la forma de vestir y a la música que escuchábamos porque jamás salió de mi boca un "osea". Ahora lo de "pijos" ha quedado atrás, seguimos siéndolo de corazón pero la economía de una familia super numerosa hace que tengas que pasar muchas veces de las marcas que te encantan, pero también agudiza el ingenio y el saber buscar y encontrar gangas.
Descubiertos parte de mis secretos, os enseño una foto de los regalos que he recibido hoy y que me han encantado todos. El primero vino adelantado la semana pasada, mi tropa no pudo esperar a darme el regalo que me tenían preparado:un finde en Mojacar. Sí, puede que no sea el caribe, o Roma, o París, pero a mí me encantó el detalle de que mis hijos sepan que necesitan sus padres: un par de días solitos y tranquilos para desconectar. Mi abuela ha sido la primera en venir hoy, me ha regalado una maceta parecida a un pinito pequeño con flores y que va ha quedar preciosa en mi jardín. Luego mi madre me ha regalado unos enanitos, también para el jardín, que toca prepararlo para disfrutar del veranito. El novio de una de mis niñas me ha regalado un libro : "El último adiós", de Kate Morton. Espero que me haga retomar la buena costumbre de leer. Y por último una gran amiga y madrina de mi segunda hija, "mi" Mari, me ha regalado una maceta de campanillas rosas preciosa. Han sido muchas más cosas de las que esperaba esta mañana cuando me desperté mala y lo primero que hice fue discutir con el Jefe porque pensaba que no me iba a ayudar hoy. Todo lo contrario, no me habrá hecho ningún regalo material, pero hoy se ha encargado de cuidarme a mí y a la tropa, me ha preparado una fiesta de cumple aunque mi ánimo no estuviese muy alegre que digamos, pero con estos detalles me ha hecho el regalo más bonito de todos: sentir que me quiere, que todos los que me rodean lo hacen, y eso no se paga con nada.
Muchas gracias por este cumpleaños a todos. Os quiero.
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